Como ocurre con la mayoría de instrumentos integrantes del muestrario instrumental europeo, el fagot cuenta con famosos precedentes, uno de los cuales puede reflejarse en el impulso que llevó a los músicos romanos a ampliar en su parte grave el aulos (una especie de oboe, legado por los griegos, que en el mundo latino tomó el nombre de tibia bassa, la cual, aún tratándose de un lejano embrión, puede considerarse como el primer intento efectuado dentro de una larga genealogía de instrumentos creados para tal menester).
Muchas son las hipótesis surgidas en torno a la creación de este instrumento musical, aunque la más difundida concede su autoría a un canónigo de Ferrara, Afranio Teseo(nacido en Pavía, h. 1495), de quien se dice que halló su inspiración en un ejemplar serbocroata, a modo de gaita, alimentado por fuelles laterales. Si bien esta teoría no goza de plena verosimilitud, tampoco ha de desestimarse, ya que el profesor Curt Sachs, el más afamado estudioso de los instrumentos musicales, niega que su raíz se encuentre en un tipo de bombarda italiana del siglo XVI. Su aparición en los tratados teóricos de la citada centuria, así como en los de la siguiente, ya en forma de dulcián o fagot, es muy frecuente. Así, Lodovico Zacconi (Prattica di musica, 1596-1619), Domenico Pietro Cerone (El Melopeo y maestro, 1613), Michael Praetorius (Syntagma musicum, 1615-1619) yMarin Mersenne (Harmonie Universelle, 1636-1637) mostraron su interés por este grave instrumento, en especial el último teórico citado, quien presenta en su obra un fagot bastante evolucionado y equipado con tres llaves. Desde 1620 se conoce, además, un instrumento grave de la familia del fagot, llamado contrafagot, que suena a la octava baja de aquél.
El fagot surgió como instrumento diferenciado a lo largo del siglo XVII. Sin embargo, ya desde mediados del siglo anterior existía un instrumento del que parece haber derivado de forma directa: el dulcián. Muy conocido en la mayoría de los países europeos, este instrumento gozó de gran fama en los círculos musicales eclesiásticos y cortesanos. De forma natural, el dulcián fue evolucionando hasta dar lugar al fagot. Éste, a su vez, experimentó también algunos cambios, entre lo que destacó, sin duda, la adopción de llaves metálicas que permitían abrir u obturar de forma mecánica los orificios de digitación. En aquella época, el fagot se utilizaba para reforzar la línea del bajo en las agrupaciones instrumentales y, aunque algunos compositores empezaron a demostrar cierto interés por él, todavía no gozaba de reconocimiento como solista.
Durante la segunda mitad del siglo XVII, el fagot se incorporó a la orquesta, formación en la que desde entonces aparece de forma regular. En el siglo XVIII, comenzó a abandonar su papel de bajo, lo que coincidió con su progresivo afianzamiento como instrumento solista. Durante el Romanticismo, numerosos constructores hicieron cuanto estuvo en su mano para mejorar las cualidades sonoras del fagot. Sin embargo, los problemas técnicos no se solucionaron hasta la década de 1820, de la mano de Carl Armenraeder y Johann Heckel.
El fagot, que recibió en algún momento en España la designación de bajón, vivió su expansión en los siglos XVII y XVIII, y, aunque al principio sus funciones las ejerció mayoritariamente dentro de la música eclesiástica, reforzando las voces de los cantores, su presencia en el arte secular arreciaría con el tiempo. Las obras de Castelli (1621),Marini (1626), Selma y Salaverde (1638), Valentini (1639) y Bertali (1645) atestiguan el aprecio hacia el instrumento, estima que compartió Heinrich Schütz, quien en susimphoniae sacrae (1629) le confirió un trato particular. Ya en el siglo XVIII gozó de madurez suficiente como para afianzar su presencia en el campo orquestal y solístico; baste recordar los conciertos escritos para fagot por Vivaldi, todos ellos de corte magistral, o en papel preponderante que le dispensaron compositores como Johann Sebastian Bach,Haendel, Telemann, Fux, Johann Stamitz, Johann Christian Bach y Carl Philipp Emanuel Bach, quienes abrieron la senda para que su timbre hondo y umbrío fuera protagonista de los excelentes conciertos fagotísticos de Mozart y Weber. También es interesante el concierto que compusiera un músico español, Anselmo Viola (1738-1798), monje del monasterio de Monserrat cuya celebridad se debe tanto a sus obras como al hecho de haber sido maestro de Fernando Sor.
La fisonomía del instrumento se mantuvo bastante fiel desde su origen hasta mediados de siglo XVIII, pero a partir de ahí su evolución fue importante. El fagot construido porBrujin (h.1730) tenía cuatro llaves —otras opiniones defienden que el ejemplar de Brujin data de 1751—, y en 1760 el artesano inglés Kusder le agregó una más; su número se incrementó de manera paralela a su desarrollo, que a principios del siglo XIX fue considerable por la nitidez de su sonido y de su amplio registro. El carácter con el que hoy se conoce el instrumento se debe básicamente a los perfeccionamientos llevados a cabo entre 1820 y 1830 por Jean Nicolas Savary, cuyas mejoras se vieron reforzadas por la incorporación del sistema de llaves de Theobald Böhm, que aplicara al fagot el artesano Triebert en 1855. Coronación de todos los esfuerzos emprendidos fue la aportación del célebre constructor Johann Adam Heckel (1812-1877), quien introdujo plurales soluciones técnicas que reflejó en un tratado, editado en 1899.
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